Tan gracioso como serio
www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | Cassandra o el elogio del fracaso | En La última batalla de Manuel Tirado, Clitemnestra se refiere a su íntima enemiga Casandra tal que así: “No envidio la biografía de esa oveja negra engendrada por Príamo y Hécuba, pues desde siempre sufrió el menosprecio de propios y extraños, pero me gustaría atesorar su clarividencia y su firmeza para alzar la voz sobre el mundano ruido, toda vez que sus pronósticos nos retratan como repugnante basura de un muladar corrompido por la violencia y el engaño”. La sufrida esposa de Agamenón muestra así su respeto por la forzada concubina de su marido al regreso de la guerra de Troya y subraya el maltrato infligido a la princesa teucra, condenada al ostracismo por el dios Apolo tras negarse a corresponder su infinito amor: conservaría de por vida sus dotes adivinatorias pero perdería el don de la credibilidad.
Con estos mimbres, Flexión Producciones y Proyecto Barroco dan vida a una opereta bufa, Cassandra o el elogio del fracaso, a medio camino entre la ópera de cámara contemporánea y el teatro. El libreto, si aceptamos que el artefacto resultante del ayuntamiento entre los dos compañías contiene tal cosa, es obra de Íñigo Guardamino y María Herrero, quien se encarga también de la composición musical y de la dirección. La aportación de esta última se concreta, para ser precisos, en entrelazar composiciones originales para cuatro voces y elementos electrónicos como loops con piezas clásicas acompañadas por guitarra, piano y viola de gamba.
Con ese envoltorio se nos ofrece un trabajo tan gracioso —en su resultado— como serio —en su ejecución—, que continuamente despierta la risa del público merced a un atrevimiento que voltea los elementos originales del mito griego hasta convertir la tragedia clásica en comedia fresca: Casandra es una pija aristócrata que vaga por el inframundo; a su rescate van dos alumnas de la Escuela de Musas: Patti, una veterana, y Britney, una joven estudiante; y en su viaje, una y otras se cruzan con el barquero Caronte, el can Cerbero o el propio Apolo.
Las peripecias del movidito viaje de ida y vuelta con final feliz constituyen el armazón de un impecable espectáculo cómico en el que todos sus intérpretes rayan a un notable nivel, aunque de entre ellos sobresale Amaranta Munana, cuya encarnación de la bisoña postulante a musa resulta absolutamente arrebatadora.